Como se sabe, el titanio es uno de los metales más abundantes en la corteza terrestre, sin embargo, conforme la tecnología fue avanzando, el material se descubrió hasta 1791 por el señor William Gregor en una mina al sur de Inglaterra. Poco tiempo después (4 años), en 1795 el químico alemán Heinrich Klaproth lo bautizó como titanio, tomando como inspiración a los titanes, deidades de la mitología griega.