¿Un postrecito? En algún punto de nuestra vida entre la adolescencia y la adultez entendemos que no necesitamos ir a un cumpleaños para comer pastel, y es una de las mejores revelaciones de nuestra vida, pues disfrutar una rebanada de dulce, ya sea solo o acompañado es una experiencia que no deberíamos negarnos a nosotros mismos.