Cuando hablamos de un motor de acero o de aluminio estamos haciendo referencia, principalmente, al material empleado para la construcción de la culata y el bloque motor; es decir, dos de las partes en las que se fundamenta el propulsor del vehículo, que están fabricadas con materiales de acero o de aluminio. Pero ¿en qué incluye la decisión de comprar un coche con motor de acero o de aluminio?

A continuación te presento una comparación, sus pros y contras de cada motor por material

Anticipándonos a la comparación, "por fiabilidad los dos son similares".

Motor de Aluminio

Una de las ventajas de que tu vehículo tenga motor de aluminio es que desvanece el calor y proporciona un menor peso en el motor, por lo que los coches fabricados con motor de aluminio regularmente son coches deportivos.

Por otro lado, un contra de optar por el aluminio para tu motor es que éste  ofrece una mayor tendencia al desgaste con el tiempo y su reparación suele ser más laboriosa. El otro contra más destacable es el coste, ya que un bloque de aluminio puede ser más del triple comparable al del hierro, con excepciones, claro está. Ten en cuenta que los motores de aluminio requieren más ingeniería por una cuestión de compatibilidad de metales.

Motor de acero

Los motores de acero, por su parte, presumen de ser más duraderos; sin embargo, por naturalidad del material tiende a ser de mayor peso. Los motores de estas características se expanden en caliente menos que el aluminio y es simplemente más pesado.

Hoy en día, los  centros de investigación están trabajando en mejorar las posibilidades del acero con el fin de aumentar la eficiencia de la combustión de los motores diésel, reducir su consumo y las emisiones contaminantes, patentando una nueva fórmula más resistente con la ayuda del silicio que permite trabajar el acero a temperaturas más elevadas.

Con lo mencionado anteriormente puedes tener una idea de los beneficios que te dará cada tipo de motor, lo cierto es que ante la duda de comprar un coche con motor de acero o de aluminio la respuesta no es firme, ya que dependerá de factores como el tipo y el modelo del coche o el uso que vayamos a hacer del mismo.

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Fuente: Mapfre