La Penitenciaria de Lecumberri, también conocida como Palacio Negro, se planea al iniciarse la abolición de la pena capital en México, debido a que los sentenciados se convierten en prisioneros, en consecuencia, se requería una mayor cantidad de espacios de encierro y concentración para purgar las condenas, y no sólo de estadía como los existentes, para los que eran llevados al patíbulo.
La construcción de La Penitenciaria de Lecumberri se dio en el régimen de Porfirio Díaz, como consecuencia de una reforma realizada al Código Penal en 1871, que planteaba la construcción de un centro penitenciario grande y moderno, donde la arquitectura y poderío económico fueran acorde con la imagen de México que el entonces presidente quería transmitirle al mundo.
En el año de 1881 se encargó el desarrollo del proyecto a una comisión integrada por los señores José M. del Castillo Velasco, José Yves Limantour, Miguel S. Macedo, Luis Malanco y Joaquín M. Alcalde; los generales José Ceballos y Pedro Rincón Gallardo, D. Agustín Rovalo y los ingenieros Antonio Torres Torija, Remigio Sáyago y Francisco de P. Vera quienes, junto con el ingeniero Antonio Torres Torija, responsable del proyecto, se ocuparon de la edificación del inmueble.
Se inicia su construcción el 9 de mayo de 1885 y se inaugura por Porfirio Díaz y su gabinete el 29 de septiembre de 1900 a las 9:00 horas.
La Penitenciaria de Lecumberri, esta situada en la zona oriente de la ciudad de México, sobre una superficie de 150,000 metros cuadrados, en esta cárcel se estableció el modelo panóptico la cual consiste en una estructura arquitectónica diseñada de forma circular de las celdas en torno a un punto central, sin comunicación entre ellas y donde el recluso puede ser observado desde el exterior.
La planeación del reclusorio fue ideado bajo los preceptos de un encierro aislado; El acceso a la penitenciaría, constaba de una puerta, flanqueado por las estatuas de Howard (modelo panóptico) y Bentham (filantropía) sus inspiradores. Cada celda estaba forrada de lámina de acero, cuatro paredes y la puerta hermética cuya mirilla se abría desde afuera, para introducir alimentos, girar instrucciones o ejercer custodia.
Este proyecto contempló que el reclusorio contuviera todas las instalaciones necesarias y adecuadas para un funcionamiento autosuficiente. justicia, dirección, administración, ingreso, servicios médicos, servicios escolares, talleres, visita íntima, servicios recreativos y deportivos, visita familiar, vigilancia, dormitorios para internos y servicios generales, son algunos departamentos con los que contaban dentro de sus instalaciones.
Este desarrollo “pequeña ciudad” esta rodeada por un muro perimetral de 6 metros de altura en la sección de hombres, dicho muro tendría dos áreas de restricción, la exterior de 20 metros de ancho y la interior de 10 metros de ancho, este último servía como circuito vial.
A lo largo del muro se ubicaron miradores de vigilancia, formados por cilindros de concreto armado como base y la cabina tenía forma de un cono truncado invertido, cuya altura era de 9.7 metros. Cada mirador tenía un rango de observación de 360º lo que permitía tener visión hacia el exterior del recinto.
La penitenciaría de Lecumberri se desarrolló con gran éxito, convirtiéndose en un ejemplo al transformar el modo de vida en reclusión, que incorporaba orden y progreso, dignificando a los presos e incluso rehabilitándose para su futura reincorporación a la sociedad.
El presidente Luis Echeverría ordenara el cierre y desalojo de La penitenciaria de Lecumberri, después de 65 años de servicio.
Finalmente en 1977, se determinó que La Penitenciaria de Lecumberri fuera la nueva sede del Archivo General de la Nación como actualmente se le conoce, por lo que se inició una magnífica remodelación y se inauguró el 27 de agosto de 1982. La obra original del Ing. Torres se preservó en general.
Fuente: mmiopenings.com
Otras Fuentes: Laminas y Aceros