Laminas y Aceros

Sin duda alguna una de las muchas cosas que hacen mística y mágica a la Península de Yucatán, es el legado que dejaron los mayas, mismos que al día de hoy con sus enormes ciudades impresiona a todo el mundo, pero aparte de las increíbles pirámides, lo que termina de hacer mística a esta cultura son sus diversas leyendas.

Esta leyenda es muy conocida por casi todos los pobladores de la península, sobre todo las personas que se dedican al monte, parcelas, y haciendas; pues en sus andares por los montes y selvas siempre se encuentran con dos peculiares árboles el Chechén y el Chacá.

Se dice que por cada árbol de Chechén, siempre se encontrará un árbol de chacá a su lado o cerca de él. Aunque no parezca real esto, pero sí lo es.

La leyenda cuenta que Kinich y Tizic eran dos hermanos y valientes guerreros, pero cada uno con una personalidad opuesta a la del otro. Kinich el hermano menor, era un joven amable, bondadoso y era muy respetado por todo su pueblo. Por otro lado, su hermano mayor Tizic, era una persona de corazón frío y de un carácter lleno de ira.

Un día ambos hermanos conocieron a Nicté Há, una hermosa joven y de corazón puro que conquistó a estos guerreros. Los dos hermanos quedaron perdidamente enamorados de ella, por ello ambos harían lo necesario para quedarse con la joven. Así que Tizic el mayor desafió a Kinich a un duelo por el amor de la hermosa princesa.

Al ver la situación los dioses se enojaron a tal grado que, cubrieron el cielo con nubes negras incluso la luna permaneció oculta durante toda la batalla. Pero desafortunadamente el duelo tuvo un final trágico, ambos hermanos terminaron muertos en los brazos del otro.

Cuando llegaron al otro mundo, suplicaron a los dioses su perdón. Y ambos rogaron por poder ver nuevamente a su amada Nicté Há. Los dioses otorgaron el perdón, y así fue como Tizic el hermano mayor renació en un árbol de Chechén, pero este iba a secretar veneno dentro de sus ramas y quemaría a todo el que se le acerque. Kinich el menor renació en forma de un árbol de Chacá, cuya sabia curaría todo lo tóxico del Chechén.

Por otro lado, la joven princesa Nicté Há murió de tristeza el enterarse de la historia trágica de los hermanos guerreros. Cuando llegó al otro mundo, los dioses fueron bondadosos con ella, y le permitieron renacer en la tierra como una hermosa flor en el agua; la que ahora se conoce como lirio.

Hasta al día de hoy se puede encontrar ambos árboles uno cerca del otro y se distinguen por que el Chechén tiene una corteza escamosa y en pedazos rectangulares, y es de color gris pardusca a moreno oscuro. Y si, realmente al tener contacto con este árbol puede provocar reacciones tóxicas, como dermatitis, inclusive calentura. El Chacá por su parte tiene una corteza de color cobre, aparenta descarapelarse por fragmentos mostrando por debajo un tronco liso, brillante y oscuro; basta con frotarse la corteza sobre la dermatitis ocasionada por el Chechén para desaparecer las ampollas de la dermatitis.

Fuentes: Mochileros en Yucatán, El souvenir.

Otras fuentes: Láminas y Aceros.