Monumento ubicado en las aguas del Mediterráneo en Italia, para conocer esta escultura se deben sumergir a unos metros bajos la superficie para encontrar a Jesús con los brazos abiertos hacia el cielo, es como si estuviera esperando a los navegantes perdidos. El fondo marino es un ecosistema vivo que no perdona la estática, de igual manera seres vivos como las algas, moluscos y bacterias se adhieren a la estatua amenazando corroer el bronce.

Durante años un equipo de buzos se sumergían una vez al año a limpiar la estatua donde requerían de cepillos metálicos para limpiarla, sin saber que la dañaban y abrían la puerta a una corrosión aún mas agresiva. En el año 2024 la estatua se rompió por lo que no quedó otra opción que retirarla para su restauración completa.

Desde entonces, el proceso de limpieza fue modificado por lo que en la actualidad utilizan chorros de agua a presión, aprovechando la propia agua del mar, esto ayuda a eliminar las capas de organismo sin tocar físicamente la superficie de bronce.

El bronce utilizado para la creación de esta pieza tiene un valor especial ya que contiene restos de navíos de guerra, cañones fundidos, medallas de soldados caídos y trofeos de deportistas, la pieza esta reforzado con hierro en su interior. Sin embargo, el agua salada penetra en las pequeñas fisuras y debilita partes de la estatua.

Esta pieza tiene dos replicas que fueron instaladas en los cayos de Florida y la otra en la isla caribeña de Granada, pero ninguna de estas tiene un valor histórico, emocional y original italiana. De igual manera, fue en honor a los buzos que nunca lograron salir de las profundidades del mar.
Fuente: Muy interesante. okdiario
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