Laminas y Aceros

Antiguamente era muy común en Yucatán y otros sitios de la península extraer agua de los pozos, el cual se utiliza para lavar la ropa, utensilios de cocina, el baño y también para beber.

La leyenda a continuación al parecer ocurrió en una hacienda antigua que le pertenece al municipio de Maní en el año de 1894. En la actualidad esta hacienda  ya no existe, debido a que se construyó una carretera que hoy en día conecta a Teabo rumbo a Akil.

Se cuenta que en aquel tiempo en una hacienda donde vivía una familia con sus hijos los cuales se llamaron Armando y Ricardo, de 11 y 10 años de edad, respectivamente. Su papá fue capataz de la hacienda, y debido a su trabajo, casi nunca estaba con ellos.

Aquella noche su madre les dijo que no salieran a jugar al monte porque la gente decía que el diablo andaba suelto. Sin pensar lo que pasaría, Armando y Ricardo salieron a jugar y, sin darse cuenta, ya se encontraban dentro del monte.

Al ver que no pasaba nada y no había ningún peligro siguieron jugando, pero cuando decidieron regresar se toparon un pequeño camino de piedras que los guió hasta un pozo. Y al llegar tiraron la cubeta, cuando la sacaron para ver qué tenía, se dieron cuenta que no había nada en el interior, y se dieron cuenta que en el fondo había escritas dos palabras: “tengo hambre”.

Al leer esto, Armando y Ricardo creyeron que un señor vivía ahí, se fueron a su casa, y tomaron una pieza de pollo y regresaron al pozo.  Pusieron la pieza de pollo en la cubeta y diciendo hacia al fondo "ahí le mandamos un poco de alimento".

Al día siguiente, fueron al pozo y al sacar la cubeta se dieron cuenta que esta tenía una moneda de oro; deslumbrados por el acontecimiento pensaron que era un de pago por la comida, por lo cual lo siguieron haciéndolo para ver si conseguían más monedas.

Y así sucesivamente durante varios días, entonces una noche el capataz andaba borracho, descubrió a sus hijos con muchas  monedas de oro; y  les pregunto de dónde lo sustrajeron, a lo que respondieron del pozo.

Deslumbrado por la ambición, les pidió al día siguiente que lo llevaran al  sitio donde se encuentra el pozo, y luego les ordenó que regresarán a su casa; una vez que se fueron, el capataz se metió al pozo con ayuda de la soga, ya que él pensó que había un tesoro al fondo.

Y en cuestión de minutos ya en el fondo se oyeron gritos y golpes dentro del pozo, los hijos pensaron que sólo lo hacía para ahuyentarlos. Al siguiente día, la madre de los niños asustada se dio cuenta que su papa no había ido a trabajar un día antes y también no llegó a dormir por la noche, a lo que los hijos dijeron que la última vez que lo vieron fue en el pozo.

Tremendo susto se dio la señora cuando recordó que ese lugar estaba “maldito”, y más en que miro que en un lado del brocal estaba el sombrero de su marido y sospechó lo peor.

Cuando saco la cubeta fue grande la sorpresa pues estaba llena de oro, en la cual igual habían  pedazos de la ropa de su marido y al sacar las monedas había una frase que decía: “gracias por la comida”.

Asustada por lo descubierto soltó la cubeta, regresando hasta lo más profundo del pozo, de esa misma manera se cerraron el pozo, y  decidieron irse de la hacienda para olvidar lo sucedido.

Sin duda alguna en muchas ocasiones, la ambición de una persona puede ocasionar un funesto y trágico final; se cuenta que en muchos pozos de Yucatán se encuentra al demonio y trata de “comprarte” con dinero a cambio de tu alma.

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Fuente : El pozo y las monedas