En esta ocasión hablaremos sobre un edificio que ha sido durante mucho tiempo uno de los estandartes de la CDMX (Ciudad de México) y cuya estructura es considerada como una joya arquitectónica especialmente valiosa debido a su asombrosa resistencia a sismos; misma que ha sido tomada de ejemplo por países con altos índices sismológicos.
Cualquiera que haya visitado la capital del país ha admirado seguramente este asombroso edificio situado en el eje central Nº2 de la CDMX e incluso es posible que haya disfrutado de una privilegiada vista desde la parte superior de la misma gracias a su mirador.
Pero su atractivo no es sólo su belleza sino que en los últimos años ha llamado la atención de propios y extraños al demostrar una resistencia extrema a movimientos sísmicos, la última gran demostración de dicha resistencia fue recientemente en el terremoto del 2017 con epicentro en Puebla y que afectó de gran manera a la capital mexicana, pues, aquel trágico día, muchos fueron los edificios antiguos o modernos que cedieron ante los movimientos violentos del suelo, sin embargo la Torre Latinoamericana resistió sin prácticamente ningún rasguño.
¿Quién es el responsable de esta proeza?
La Torre fue construida por el arquitecto yucateco Augusto H. Álvarez quien inició su construcción en 1948 y la terminó en 1956, Augusto se enfrentó a un gran problema al comenzar a idear una manera para construir un edificio tan alto y en un terreno tan difícil como lo es la capital del país, pues es conocido que esta gran urbe fue fundada sobre uno de los islotes del lago de Texcoco, por lo que su suelo es bastante inestable y pantanoso lo cual ocasiona que los edificios se hundan de 2 a 40 centímetros al año.
¿Cuál es el secreto de la Torre Latinoamericana?
Mucho se ha especulado al respecto y muchas leyendas urbanas han nacido para tratar de explicar la impresionante resistencia del edificio, desde gatos hidráulicos hasta resortes; Lo cierto es que de hecho la solución es algo mucho más sencillo, pero muy inteligente.
La manera en la que el arquitecto Augusto resolvió el problema de la inestabilidad fue el acero, pues colocó nada más que 361 pilotes de acero a modo de cimentación a 33 metros de profundidad atravesando las capas de arena y agua y enganchándose a la primera capa de suelo "estable" y una serie de 3 sótanos que, gracias al principio de flotación permiten una mayor resistencia a movimientos, además de que permiten que el edificio se mueva al ritmo del agua que se encuentra debajo por lo que reduce el riesgo de derrumbe.
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Fuente(s): Periódico "El País" , ColConstrucción
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