En la cierra de los Andes, a unos 980 metros de altura sobre el nivel del mar y con un lugar de vistas excelentes hacia la ciudad de Santiago de Chile, encontramos el templo de acero Bahá’í, en Peñalolén. Se trata de una estructura de acero que alcanza los 30 mts. de altura y que está cubierta de unos pétalos gigantes para los que se emplearon 18 columnas curvadas de acero, en un cruzamiento formado por tubos de acero de distintos tamaños, diámetros y espesores.
Los materiales con los que se construyó el templo no fueron al azar, se utilizaron acero traído de Turquía; mármol de Portugal y vidrio traslúcido proveniente de Canadá, con la idea de tener luz natural en su interior, como símbolo de lo divino, en total son 9 alas, elevándose desde el suelo, recubren la estructura primaria y la envuelven con un manto de acero que, a su vez, soportará un revestimiento de vidrio fundido y permitirá que la luz solar se filtre durante el día.
El propósito de los arquitectos, por su parte, era dotar a la construcción de acero de las 4 características comunes en todos los templos de esta comunidad: 9 puertas, 9 lados, una cúpula central y un enclave natural que favoreciera la meditación.
En relación al proyecto, éste nace en el año 2002 de la mano de la Asamblea Espiritual Nacional de los Bahá’í de Chile, quienes recibieron en pocos meses cerca de 200 propuestas arquitectónicas procedentes de más de 80 países. El diseño final recayó en manos del estudio canadiense Hariri Pontarini Architects con Siamak Hariri al frente, el proyecto ya cuenta con varios reconocimientos internacionales.
Está estructura es muy llamativa por su forma, además de ser un punto de encuentro para que las familias vallan y sigan con su Fé.
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Fuente: ICHA