Hagamos memoria y recordemos cuando todo se cosía a mano, vestidos, cortinas, colchas y pantalones. En el año 1755 un alemán llamado Charles Fredrick Wiesenthal decidió cambiar esa acción patentando un aparato que facilitara la costura. Esta máquina consistía en una aguja con dos puntas y un ojal en un extremo, considerada la primera máquina de coser de la historia.
En el año 1830 el sastre Barthelemy Thimonnier inventó una máquina funcional. Sin embargo, años después, en la oficina francesa de patentes, se descubrió que en 1790 Thomas Saint había patentado una máquina de coser antigua. Básicamente él fue el primero en patentar dicho invento, pero todo el mundo ya reconocía a Thimonnier como el inventor.
En 1834, Walter Hunt (inventor estadounidense) creó la primera máquina de puntada cerrada. Pero no la patentó en el momento de su invención. Mientras tanto, Elias Howe (otro inventor estadounidense) desarrolló una máquina con las mismas características. Pero él si la patentó.
En sus inicios la máquina solo era requerida para uso industrial y eran de un costo elevado. Estas máquinas estaban construidas con materiales de alta calidad, como hierro fundido y latón. Diseñadas para durar por muchos años, inclusive en la actualidad logramos ver algunos en buen estado o cerca de la corrosión.
A pesar de su gran tamaño y pesada composición, las personas se adaptaron a las máquinas para coser y lograban producir una cantidad significativa de prendas.
Las primeras máquinas actuaban de acuerdo al movimiento de pies o manos. Eran muy limitadas en cuanto a telas, solo se podían manejar ligeras y medianas, con algodón, lino o seda.
A pesar de que las máquinas de coser antiguas han sido superadas por la tecnología moderna siguen siendo parte de la historia textil y costura.
Fuente: SingerArgentina
Otras fuentes: Láminas y Aceros