La mañana del 21 de abril la noticia que encabezaba todos los títulares de los medios de comunicación era el anuncio formal por parte del Vaticano del fallecimiento del que hasta ahora era considerado el Papa Francisco, después de guiar a los fieles católicos por 12 años y quien en su momento fue elegido el 13 de marzo de 2013, tras la renuncia sorpresa del Papa Benedicto XVI. Su elección como Papa se caracterizó por sus primicias: fue el primer hombre de fuera de Europa en convertirse en Papa en más de 1.200 años, el primer pontífice supremo de América del Sur y el primer miembro de los jesuitas en presidir como obispo de Roma.
El Papa Francisco, nombrado por muchos como el papa de las periferias, innovó enormemente y su liderazgo representó un cambio significativo, centrándose en cerrar la brecha cada vez mayor entre la élite administrativa de la Iglesia católica y sus fieles. También fue pionero en nuevos enfoques para las romper con viejas tradiciones y prácticas católicas.
Alguno católicos hemos tenido la oportunidad de revivir la escogencia de un papa en repetidas ocasiones; sin embargo, pocos conocemos el protocolo que se debe seguir para el nuevo encargado de guiar la iglesia por los próximos años. La elección de un nuevo Papa es un evento cultural, histórico y estamos próximos a presenciarlo.
Seguido a la muerte del papa, se da inicio a un período llamado Sede Vacante en el que el gobierno de la Iglesia queda en las manos del Colegio de los Cardenales. Ellos se encargarían de asuntos ordinarios o de aquellos que no se pueden postergar y de la preparación del tan sonado "cónclave para elegir la nuevo líder de la Iglesia Católica".
El cónclave es la reunión formal del Colegio Cardenalicio en el Vaticano en donde sólo participan cardenales a puertas cerradas y selladas, donde eligen a un nuevo sumo pontífice. En la actualidad, hay 252 Cardenales de los cuales sólo 135 votarán por el nuevo Papa. Todos provenientes de diferentes partes del mundo se reunirán en Roma. Durante el cónclave los cardenales están totalmente incomunicado del mundo exterior hasta que se alcance un consenso.
Una vez logrado los votos suficientes para la escogencia, la noticia se dará a conocer al mundo entero, pueden pasar varias rondas de votos, pero cuando al fin se tenga el nombre del nuevo sucesor de San Pedro, saldrá humo blanco de la chimenea de la Capilla Sixtina. Un dato curioso de mencionar es la forma en que se logra el color del humo saliente por la quema de papeletas o fumata; es una mezcla de clorato de potasio, lactosa y resina de coníferas para el blanco, y perclorato de potasio, antraceno y azufre para el negro.
Adicionalmente, el Papa electo tiene la libertad de elegir el nombre con el que será conocido durante su mandato. Este suele ser el nombre de uno de sus predecesores (al que solo se le agrega un número romano), el de un santo o una versión de su propio nombre en latín.
Sin duda, es una serie de protocolos importantes e interesantes a seguir para esta escogencia religiosa.
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Fuentes: AD Magazine