La pintura forma una barrera protectora contra la acción del oxígeno y otros elementos agresivos que provocan reacciones sobre el acero.
Los metales, cuando están expuestos a las inclemencias del tiempo, especialmente en zonas de mucha humedad, sufren la alteración de sus propiedades, el clima los degrada si están sin cobertura, lo que provoca cambios no solo en su apariencia, sino también en su capacidad de resistencia.
La presencia de yodo en el aire así como también la sal en zonas costeras oxida la superficie y la debilita. Para evitar estos inconvenientes se deben realizar tareas periódicas para mantener los acabados en óptimas condiciones y asegurarnos la presencia de las propiedades estéticas y físicas del material.
Para obtener el máximo provecho de la pintura, se debe preparar adecuadamente la superficie, de lo contrario el recubrimiento, por muy sofisticado que sea, no cumplirá su objetivo.
En el caso de que aparezcan zonas oxidadas después de haber preparado la superficie, éstas deberán ser nuevamente limpiadas.
Existen diversos productos, como esmaltes, pinturas o galvanizados, especialmente formulados para proteger los metales en superficies metálicas, ya sean estructuras, cerramientos, etc.
La elección de la pintura dependerá de la calidad que se desee y del presupuesto con el que se cuente.
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Otras fuentes: Elaboración propia