Hola amigos humanos mi nombre es Landis, aunque antes solían llamarme por un nombre que no me gusta mucho porque es parte de mi vida pasada, ese nombre era "Gárgola", me lo pusieron por la forma que tenía mi cuerpecito, y es que yo crecí encerrado en una jaula muy pequeñita para mi tamaño, lo cual provocó la deformación en mi cuerpo, mi columna tenía una pronunciada curva y mis piernitas estaban dobladas por la mitad. Fueron dos años de vivir en sufrimiento, con mucha hambre y mucho frio, además de sentir que con el paso del tiempo mi jaulita se hacía cada vez más pequeña para mí.
Pero gracias al cielo, un día un humano bueno me encontró, éste le habló a un grupo de humanos llamados "perrera" y a su vez ellos le hablaron a otro grupo de humanos que rescatan y ayudan a perritos como yo, ellos se preocuparon mucho porque, según sus palabras, estaba en "condiciones desgarradoras", yo no entendía lo que querían decir pero en ese momento me sentí un poquito feliz, sentía que algo iba a cambiar, tenía mucho miedo y estaba preocupado porque yo solo conocía mi jaulita y todo lo demás era muy nuevo para mí, pero me sentía un poquito más feliz.
La primera vez que me dieron amor.
Me encontraba en un lugar nuevo, diferente y fuera de mi jaula, por fin sentía que podría estirar mi cuerpecito, me faltaban un poco de fuerzas en mis piernitas traseras, pero ahora me podía mover. Ese lugar al que me llevaron estaba lleno de humanos y perritos como yo, todos fueron muy buenos conmigo y por primera vez me sentía querido porque me acariciaban, platicaban conmigo y nunca me dejaban solo, uno de ellos me reviso mis huesitos y no quiso que me operaran, decía que dolía mucho y no quería que yo sufriera más, él habló conmigo y me dijo que debía de ser muy fuerte y valiente para recuperarme con muchos ejercicios, claro que yo obedecí en todo lo que me dijo y al poco tiempo ¡estaban felices de mis resultados!, ya tenía más fuerzas en mis patitas y podía andar solo, yo era muy diferente a mis amigos perros pero ya era feliz.
Un día escuché que unos humanos me querían cuidar, ellos querían llevarme a casa y ayudarme a seguir con mi tratamiento, los humanos que me cuidaban estaban muy preocupados porque yo no podía estar en una casa convencional, necesitaba una estancia adecuada, estar en un piso blando y no
Aprendí con el paso del tiempo a hacer mis necesidades de manera controlada y amo sentarme en las piernas de mi mamá para morder mis juguetes.
Mi nueva casa está a pocos minutos de la playa, la arena es genial para mis patitas, tiene un gran patio con cerca en el que puedo andar libremente y seguí haciendo mis sesiones de hidroterapia que me permitieron estar mejor que nunca.
Por fortuna existen personas de buen corazón en el mundo que me ayudaron, me dieron una segunda oportunidad y hoy soy muy feliz con una nueva oportunidad de vivir sanamente.
Otros links: Láminas y Aceros.
Fuente: Wamis.