Si bien parece una historia de nunca acabar, cada vez que despedimos un año y recibimos el siguiente, sucede lo mismo. El 1 de enero todos nos planteamos propósitos tales como ir al gimnasio, adelgazar, aprender un idioma, ser más organizados, cuidar más las relaciones personales, ahorrar, etc. Pero no todo el mundo lleva a cabo esos deseos y proyectos que asume con toda la buena intención del mundo.
Si bien todo nace para poder subsanarlo y conseguir lo que nos propongamos es necesario saber qué es lo que falla en nuestra actitud.
Plantearse unos objetivos por completo inadecuados constituye la primera razón por la que los propósitos de Año Nuevo no se cumplen. Y es que esos objetivos del tipo dejar de fumar o correr son tan genéricos que, a la hora de la verdad, no se afrontan como se debe.
No hay nada que desmotive más que marcarse objetivos exigentes y ambiciosos y no tener forma de medir el progreso, además de no permitirte celebrar las pequeñas victorias en tu camino hacia el éxito.
Como puedes suponer con lo dicho hasta ahora, carecer de estrategia es una de las causas más frecuentes por la que los propósitos de año nuevo se quedan en solo deseos que se dicen a solas o en compañía al principio de esta docena de meses a estrenar.
Si realmente no tenemos interés en alcanzar aquello que nos proponemos o el objetivo realista y alcanzable que hemos añadido a nuestra lista, no podremos conseguir nada. Y es que el compromiso y la perseverancia resultan fundamentales para lograr aquello que está a nuestro alcance. El esfuerzo y la tenacidad son buenos compañeros para ello.
Fuentes: N26
Otras fuentes: Laminas y aceros