Bienvenidos nuevamente a este blog, en esta oportunidad abordaremos este tema que se está dando cada vez más en el mundo laboral, se llama el Síndrome de Estocolmo, que, en su concepción, es el que suele atribuirse a aquellas víctimas de secuestro que acaban compartiendo y justificando las causas que lleva a los secuestradores a dicho comportamiento. En lugar de sentirse como una víctima, acaba desarrollando empatía. Trasladado al entorno laboral podría decirse que surge cuando el empleado se aferra a permanecer en un empleo donde el ambiente es hostil. A diferencia del síndrome clásico, aquí la víctima no es forzada a estar en algún lugar, sino que lo hace por su propia voluntad.
El síndrome de Estocolmo laboral se encuentra primordialmente vinculado a los estudios de comportamiento de equipos y grupos de trabajo expuestos a situaciones de hostigamiento laboral que se dan en a empresas cuyas condiciones de trabajo y/o estilos gerenciales son inadecuadas, hostiles e incluso reprochables, algo muy común en el tipo de liderazgo actual a nivel empresarial en nuestro país.
Se puede entender como Amor y odio al trabajo; así viven las personas que sufren el síndrome de Estocolmo laboral. Sienten que no pueden dejar ese ámbito en el que viven constante maltrato y hostilidad, al mismo tiempo que destacan sus atributos positivos.
Si bien el síndrome de Estocolmo laboral no es reconocido como una entidad clínica por el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V), no por ello es invisible. Existen situaciones de maltrato laboral que dejan profundas secuelas en los empleados.
El síndrome de Estocolmo laboral se relaciona con la naturalización de las situaciones de violencia que se viven en un ambiente de trabajo, como el mobbing.
Esto lo puedes identificar en este ejemplo de la siguiente forma: Que un jefe te asigne reiteradamente proyectos de envergadura para cumplir en un plazo de 2 días, sabiendo que tendrás que trasnochar, pero que aún así no lograrás cumplir con lo solicitado y luego te humille y te reprenda, no es normal. Sencillamente, se puede interpretar como una falta de consideración y de respeto.
Muchos esperan a llegar al límite para pedir ayuda o hacer un cambio. Sin embargo, ¿cuál es el límite? El trabajo es una de las actividades en las que pasamos más tiempo, por lo que es importante procurar sentirnos bien y valorados.
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Fuente: Psicología y mente