No hay duda, que las estaciones de ferrocarril como enclaves de la red ferroviaria granadina, sean lugares de encanto, que rezuman romanticismo. Es la razón por la que nos acercamos a la historia del Puente del Hacho, una impresionante estructura metálica que fue construida a finales del siglo XIX. El Puente del Hacho y los Montes Orientales atesoran gran cantidad de elementos patrimoniales que merecen nuestra atención.
Es un viaducto metálico, que a salvado el cauce del río Guadahortuna. Se encuentra situado entre las localidades de Guadahortuna y Alamedilla. Los puentes metálicos empezaron a construirse a finales del siglo XVIII. Con el objetivo de proporcionar una salida portuaria para la minería y las maderas de la Sierra de Segura, se pensó en conectar por ferrocarril, el puerto de Almería con Jaén y que se uniría a otra línea ferroviaria, la de Madrid-Cádiz.
Se contaba con algunas dificultades que el Ingeniero español, Rogelio Inchaurrandieta Páez era incapaz de solventar. Entre los obstáculos se tuvieron que construir varios viaductos, dos de ellos de enormes dimensiones: uno que cruzaría el río Salado y el otro sobre el río Guadahortuna. Por lo que la Compañía de los Caminos de Hierro del Sur de España, creada en 1889, pidió a la sociedad francesa Fives-Lille la construcción de la línea Linares-Almería. Y fue proyectado y firmado por los ingenieros Edmond Duval y Cyril Boutilliea, y refrendado por Inchaurrandieta. Siendo definitivamente aprobado el 27 de enero de 1891.
El Puente del Hacho, se empezó a construir en el año de 1889 y fue terminado en el año de 1897. Esta estructura metálica tiene una longitud de 624 metros y, se supone era el más largo de la red ferroviaria española. Su tablero está dividido en doce tramos, de los que cuatro son de 50 metros de luz, de tipo cruz de San Andrés, y los ocho que sobraban son del tipo Linnville, por lo que cuentan con 60 metros de luz cada uno. Todo el puente se apoya sobre 7 pilares de acero y hierro sobre columnas de hormigón, y cuatro de piedra. La estructura superior dispone de raíles protegidos por un antepecho corrido, todo fue realizado en hierro, con diversas piezas remachadas entre sí. Bajo los raíles se aprecia un impresionante pasadizo volado, por el que se accede por unas escaleras dispuestas en los extremos del puente, que, normalmente se utilizaba para que los operarios pudieran reparar y pintar este puente.
Debido a la dificultad y al elevado coste para la adecuación del Puente del Hacho a las condiciones de la circulación ferroviaria, se construyo otro viaducto paralelo, en hormigón pretensado. Y se opto por vender la estación de Alamedilla a un chatarrero madrileño. Las infraestructuras fueron desmanteladas, Y Los vecinos de Alamedilla se rebelaron y consiguieron que se incorporara el expediente y declarar el viaducto como monumento histórico artístico.
La mayoría de las construcciones de la línea Linares-Almería, especialmente los puentes, se diseñaron a base de fórmulas estandarizadas que ya habían sido ensayadas con éxito, en otros trabajos anteriores. No obstante, debían adaptarse a las situaciones particulares de cada emplazamiento, por lo que el ingeniero, sobre el terreno, definía las directrices de cada construcción. Posteriormente, serían perfiladas en la oficina técnica de París hasta completar los proyectos definitivos, firmados siempre por el director general de la compañía, Edmond Duval.
Eiffel nunca dejó de firmar sus trabajos, y siempre se las ingeniaba para que sea por medio de poderes notariales, para que su nombre apareciera por algún sitio. Ni en la memoria técnica firmada por el granadino Rogelio Inchaurrandieta, ni en las posteriores se hizo mención a Eiffel.
Otras fuentes : Laminas y aceros de Yucatán