Esta bodega, ubicada en la provincia de Mendoza, más específicamente en el Valle del Uco, posee una impronta muy simple. Utilizando el recurso de asemejarse a un telescopio, a medida que los espacios crecen, las funciones del interior van cambiando y adecuándose a una necesidad diferente de la bodega, permitiendo de este modo que cada espacio de la nave quede correctamente ventilado e iluminado.
A su vez, también el edificio se entierra naturalmente contra la montaña, a medida del aumento de la complejidad en la elaboración del vino. Al ingresar al recinto, el espacio de recepción para el público ofrece tres vistas, cada una con un tema diferente: al sur la vista de los viñedos que se pierden en el valle, hacia el oeste la Cordillera de los Andes.
La estructura general se basa en una gran pileta de concreto de 100 metros de longitud, con una superestructura de hierro recubierta con paneles metálicos de alta aislación térmica. El espacio interior se mantiene en todo el recorrido continuo y sólo se interrumpe por un puente vidriado, que además oficia de mirador, donde funcionan la oficina y el espacio de laboratorio.
La orientación oeste del edificio, permite controlar el asoleamiento y brinda una iluminación indirecta, a la vez que permite aprovechar el viento Zonda con una ventilación por succión.
Fuente: ArchDaily
Otro link: Láminas y aceros