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Un puente atirantado es lo que en la antiguedad se conocía como puente colgante. Es una estructura utilizada desde el inicio de la humanidad. Actualmente, los puentes colgantes se construyen con cables de acero tensos (cordones, alambres o carbono) y cuya principal función es transferir toda la carga estructural del puente y de las posibles cargas vivas (personas, vehículos) se anclan a pilotes, columnas o torres; y a su vez, se mantienen en su lugar mediante cables más pequeños, conocidos como tirantes.
Se tiene registrado que los primeros puentes se construyeron en los años 1800. A mediados del siglo XX, la ingeniería moderna empezó a implementar diseños de puentes colgantes modificados que utilizaban tirantes más largos y cables más cortos logrando con ello diferentes modelos esteticos, ligeros y capaces de soportar mayores cargas.
El diseño y la construcción de puentes de cables de acero requieren una cuidadosa planificación y experiencia en ingeniería. El elemento clave de estos puentes es el uso de cables de acero, que proporcionan el soporte principal y permiten que el puente abarque largas distancias.
El proceso de diseño comienza con un análisis de las condiciones del sitio, incluidos factores como la longitud del tramo, el tipo de terreno y las cargas esperadas. Los ingenieros utilizan simulaciones por computadora y modelos matemáticos para determinar la configuración óptima del puente y la disposición de los cables.
Una vez finalizado el diseño, comienza el proceso de construcción. Por lo general, implica la fabricación de componentes de acero fuera del sitio, que luego se transportan al sitio de construcción para su posterior ensamblaje. La instalación de los cables de acero es un paso crítico, ya que deben tensarse adecuadamente para garantizar la estabilidad e integridad del puente.
Durante todo el proceso de construcción, se implementan estrictas medidas de control de calidad para garantizar la seguridad y confiabilidad del puente. También son necesarias inspecciones y mantenimiento periódicos para controlar el estado de los cables de acero y garantizar su rendimiento a largo plazo.
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