(999) 290 93 87Utqiagvik experimenta 65 días consecutivos sin sol debido a un fenómeno astronómico originado por la inclinación de la Tierra, lo que altera el clima y la luminosidad en el Ártico.
Cada noviembre, Utqiagvik, en el norte de Alaska, entra en la noche polar: unos 65 días sin que el Sol asome sobre el horizonte. La región queda en penumbra, con frío extremo y auroras boreales, todo por la inclinación terrestre y su latitud extrema.
La noche polar ocurre porque el eje terrestre está inclinado 23.5° respecto a su órbita. En el invierno del hemisferio norte, el Polo Norte se orienta lejos del Sol, y por encima del Círculo Polar Ártico el astro no logra aparecer sobre el horizonte, ni siquiera en su punto más alto.
Utqiagvik es único por su latitud extrema, ausencia de montañas y cercanía al océano Ártico. Con un horizonte limpio, el ciclo es preciso: último atardecer el 18 de noviembre y primer amanecer alrededor del 22 de enero. En total, unos 64–65 días sin ver el Sol.
Sin sol durante más de dos meses, el Ártico se enfría rápidamente: las temperaturas bajan de –20 °C y la falta de radiación altera la atmósfera. El vórtice polar se intensifica, volviéndose más frío, estable y profundo.
¿Cómo viven las personas?
Durante la noche polar, el cuerpo humano enfrenta falta de luz solar que altera el reloj biológico regulado por melatonina y cortisol. Esto provoca insomnio o somnolencia, desajustes circadianos, déficit de vitamina D y mayor riesgo de depresión estacional. Para compensar, se usan lámparas de luz completa, horarios estrictos y suplementos.
Cuando el Sol regresa en enero, los días se alargan rápidamente hasta llegar al sol de medianoche en mayo, con casi 80 días de luz continua. Ambos fenómenos son resultado de la inclinación terrestre y muestran cómo esta geometría moldea clima, luz y vida en el Ártico.
Fuente: Ecoosfera
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